En la selva encontré una planta de hojas carnosas, que siempre levanta hacia el cielo sus dos hojas superiores plegadas como para un rezo. Un zarcillo fino, de aspecto tierno como un helecho, se posa tan pegado a la corteza de los árboles, por las que trepa de forma delicada y estética y homicida, que varias veces pensé que estaba pintado con laca mate. Sobre las lianas crece el musgo; en los lugares nudosos donde el musgo crece más denso, crece a su vez desde el musgo una planta de hojas como orejas de conejo: un parásito sobre un parásito sobre un parásito.
Werner Herzog, Conquista de lo inútil
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