sábado, enero 30, 2010

Adiós a Jerome David



"Aun así, estoy en completo desacuerdo con los expertos en estas cuestiones - los eruditos, los biógrafos y sobre todo la aristocracia intelectual ahora vigente, educada en una u otra de las grandes escuelas psicoanalíticas - y les reprocho con la mayor acrimonia lo siguiente: ellos no escuchan como es debido los gritos de dolor. No pueden, claro. Son una casta de orejas de lata. Con tan defectuoso equipo, con esas orejas, ¿cómo es posible rastrear el dolor, por el sonido y la calidad tan sólo, hasta su fuente? Con tan lamentable equipo para escuchar lo que se puede escuchar y quizás verificar son unos pocos armónicos aislados y débiles - ni siquiera contrapunto - que salen de una infancia perturbada o de una libido desordenada. Pero ¿de dónde procede en general el grueso, toda la carga del dolor? ¿De dónde debe proceder? ¿ No es en realidad el único vidente que tenemos sobre la tierra?"

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