jueves, marzo 09, 2006

Uno de Catulo

XXV

¡Eh! Talo, marica, más suave que piel de conejo,
o más que pulmón de una oca, o que un tierno lóbulo
o el lánguido pene de un viejo, o telas de araña,
y, Talo, también más ladrón que un ciclón turbulento,
si del guardarropa bostezos te muestra la luna,
devuélveme el manto y también el pañuelo de Sétabis,
y aquellos bordados de Tinia que tu me robaste
y exhibes, idiota, como unos recuerdos de tu abuelo.
Despégatelos de tus uñas y mándamelos,
si no en tus costillas de lana y en tus manos blandengues
hará garabatos infames mi ardiente flagelo.
Te vas a agitar como nunca igual que un barquito
que el viento furioso sorprende en el medio del mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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